Zapatos si, zapatos no.

     Esta duda que a veces les surge a algunos padres, yo la tuve clarisima: zapatos no.
¿Para que me preguntaba? Son monisimos, eso no lo discuto, los ves en la tienda y te llevarías todos, pero si un niño no apoya los pies, no anda, no gatea, que misterio tiene empezar a poner materiales que en general por muy suave que sean al final puede hacer presiones que pueden deformar un pie que se está formando, apareciendo problemas a la hora de plantar, por no hablar de todos los reflejos y propiocepción que pierden los niños que van calzados ya con pocos meses.
     En estos casi nueve meses que bebebatallas ha ido descalzo, (en invierno con calcetines, pero nada más llegar a casa nada), he tenido que aguantar muchisimos comentarios: que si se queda frio, que porque no lo calzas, no ves que todos los niños van calzados, he visto al hijo de fulana y llevaba zapatos y es más pequeño. etc.., pero no sólo gente en la calle, también mi madre y  para que os hagais una idea, en cada una de las visitas a la familia politica, cada una (lo prometo), ha habido comentarios. ¡Hasta se ofrecieron a comprarme unos zapatos!. Una que no es de piedra, empieza a dudar hasta de lo que sabe y en una visita al pediatra le comenté que yo creía que no debía ponerselos pero que a lo mejor me equivocaba. El me dijo tu haz caso a tu instinto y no a la gente, no lo calces.
     Y así hasta hace quince días que el peque ya se ponía de pie en cualquier lado y como ya os comenté gateaba raro, una pierna bien pero la derecha apoyando el pie, me daba dolor de corazón que gateara así porque no es bueno para la cadera y ya me temía sus consecuencias en la adolescencia pero no dejarle gatear me parecía peor, pero empecé a pensar en que quizás el calzado podía corregirlo y decidimos probar. Después de consultar y mirar cual era el zapato más adecuado para los primeros pasos,  compramos los primeros zapatos de bebebatallas. Sólo se los ponemos en casa que es donde gatea y se pone de pie, en la silla no le vemos ningún sentido.
     El primer día, se miraba los pies y lloraba (pobre), seguía a sus cosas, pero si otra vez veía sus pies con los zapatos, lloraba y nos miraba. Se paso la primera hora intentado quitarselos y perdió agilidad, ya no se ponía de pie tan deprisa, pero fue una sorpresa que al segundo de ponerselos, dejo de apoyar el pie derecho para gatear, empezó hacerlo de manera correcta, para mí un gran alivio. No se si es porque le falta fuerza en ese antepie para impulsarse o si se hacía daño en los dedos de ese pie y el calzado le amortigua, pero ahora gatea bien que es lo importante, si va descalzo vuelve hacerlo mal.
     Así que como se que en los comentarios de otra de mis entradas,  alguien me puso que su hijo gateaba igual que el mío, quizás esto también pueda servirles. Soy sincera si mi hijo hubiera gateado bien, creo que seguiría descalzo hasta que hubiera empezado a soltarse algo más a caminar.
Un beso y feliz semana.