La aventura de la playa

     Os resumo nuestra semana de vacaciones, después de superar los miedos de que hago en un sitio en el que no se donde esta nada si el niño se pone malo, he de decir que los viajes que eran otra cosa que nos preocupaba fueron  buenos, de hecho hemos estado todo los días de pueblo en pueblo conociendo la zona y el peque encantando en su nueva silla eso sí, en la jane no se si habría aguantado tan bien. La otra silla plegable de paseo está bien porque puede tumbarse entera  pero demasiados adoquines por la zona y el niño ha ido de bote en bote, no se yo si le daremos mucho uso, aunque cómoda es para poder seguir usando el maletero del coche.
     Lo que más me ha llamado la atención es que hay en sitios que al ir con un niño de siete casi ocho meses molestas y no estoy hablando de sitios pijos o restaurantes de mil tenedores, no de las terrazas normales, en las que el camarero te mira y te hace cambiarte de sitio para que molestes lo menos a sus clientes si el niño llora o donde no moleste el carro. En uno de estos sitios nuestro hijo se vengó y cuando la camarera intentaba poner el mantel de papel en la mesa de al lado, el agarro por una esquina con todas sus fuerzas y no dejó a la camarera colocarlo. Nosotros ajenos a las protestas de la camarera (estábamos en nuestro mundo sideral) tardamos un poco en reaccionar y comprobar que el niño desde su silla estaba haciendo la vida imposible al mantel de papel, jeje. Otra anécdota fue en una feria del libro en la que pregunté por el famoso libro del "Topo que quería saber quien se había hecho aquello en su cabeza" la mujer nos mira y nos pregunta "¿Es novela actual?", eh... hombre novela lo que se dice novela no es. jaja.
     Como he puesto en el título hemos tenido aventura, primero cuando te ves salir con todos los trastos parece que vas a desembarcar en un nuevo continente en el que no tienen de nada y lo peor siempre se olvida algo.
     Cuando llegamos a la arena en cuestión, empiezan los problemas, que si la silla no avanza (papa batallas al rescate con la silla a hombros), colocamos el corta vientos, pero resulta que da poca sombra, (papa batallas estudia la dirección del Sol), mientras yo miro a otros super padres que parecen tenerlo todo controlado, una vez colocado de nuevo el cortavientos, al niño le espanta la playa (empezamos bien) le dura poco más o menos hasta que descubre que se puede comer la arena a puñados porque está más buena que las galletas, por no hablar del agua salada. 
    El peque no se está quieto ni en la piscina, porque se pasa el tiempo intentando morderla con su dos dientes (no va a dura la pobre piscina ni dos telediarios) y después intentando desinflarla. Casi cuando tienes todo controlado te tienes que ir y empieza la otra aventura, intentar quitar la arena  de toda la ropa y trastos varios, intentar vestir otra vez al niño que por supuesto ahora quiere quedarse a vivir allí, que no le de el Sol en todo el proceso y cerrar el cortavientos sin crear un conflicto internacional con los guiris que están alrededor y a los que les vas a tirar sin intención toda la arena.
En fin, benditas vacaciones.