Pequeños imprevistos.

     Lo prometido es deuda. El miércoles, me levanté creyendo que tendría una mañana tranquila, no madrugué mucho, quedé con mi madre para desayunar, por razones meteorológicas no iba a ir a trabajar hasta por la tarde.
     El día anterior perdí un colgante de una pulsera y papabatallas lo encontró y lo puso en la mesilla, cuando voy a buscarlo para ponerlo a buen recaudo, no esta por ningún sitio, lo que pensé es que se había caído al suelo y me puse a buscar antes de que bebebatallas se despertara y gateara a sus anchas, pero no aparecía por ninguna parte, así que cogí el móvil para llamar a papabatallas a ver si lo había cambiado de sitio, pero sorpresa, no me funcionaba la tecla de Ok, como no puedo ni llamar ni mandar mensajes, decido apagar el móvil y volverlo a encender, tonta de mí, ya no pude ni meter el pin. Así que en quince minutos que llevaba levantada, ni móvil, ni pulsera.
     Una vez vestida y preparada para salir, bebebatallas me vomita encima, me asusté porque era de color amarillo brillante como si hubiera vomitado el protovit del día anterior, cosa que creo que es improbable pero no se, me pareció raro y decidí observarlo.
     Como seguía sin desalentarme me puse hacer croquetas con el peque por la cocina, abre los cajones y saca las cosas así que procuro tener juguetes dentro de los cajones para que los saque y deje el resto de utensilios en paz, los armarios son bastante hondos, como ya enredaba demasiado decidí llevarlo a la cuna, pero no paro de llorar a pesar de cantarle desde la cocina, así que volví a sacarlo, le siento en el suelo, remuevo dos veces la sartén ¡DOS! y oigo a mi lado un Plaaff! Cuando miro había llegado al fondo del todo del armario, había empujado un bote de cristal lleno de chorizo frito que hacía mi abuela, todo el aceite esparcido por la cocina con un bebebatallas en medio de cristales, aceite y chorizo. Lo primero le desnudé, le lave para quitarle el aceite y le deje en la cuna. Cuando volví a la cocina no sabía por donde empezar, gasté casi todo el papel de cocina en recoger el aceite y no había forma, todo lleno de cristales, el aceite metiéndose por debajo del frigorífico, de los muebles de la cocina.. Por supuesto durante todo el proceso bebebatallas llorando, ¿Porqué lloraba si era yo la que intentaba recoger? No lo se. La fregona se echo a perder a la primera de cambio, así que fui a cambiarla pero como no se porque extraña razón aunque compres fregona y palo de la misma marca luego no encaja, papabatallas lo había llenado de cinta americana que ahora estaba llena de aceite y no podía quitar, me acabé haciendo varios cortes intentando separar palo y fregona. La segunda fregona tampoco cuadraba...así que decidí fregar de rodillas. La tabla de debajo de los muebles, esa que se cae muchas veces sin venir a cuento pillándome un pie debajo cuando estoy cocinando o fregando, esa tabla esa día, no había  quien la sacara, ni tumbada sobre el suelo lleno de aceite.
     Después de medio recoger llego al trabajo donde mi compañera se ríe de mi mañana, pero justo cuando va abrir la puerta del vestuario para irnos a casa, se le parte la llave quedándose un trozo en la cerradura, mi cara debió ser un poema, sólo pensaba que estaban las llaves del coche dentro y que no podría irme a casa.
Resultado:
Después de tres días y tropecientos fregados el suelo de la cocina sigue resbalando.
No hubo más vómitos (lo más importante).
El móvil volvió en sí cuando papabatallas le dio un golpe, (Como no se me ocurrió a mí, habría conseguido liberar algo de estrés)
Papabatallas había dejado el colgante de la pulsera en otro sitio.
Cuando dejé a bebebatallas con la abuela, lo primero que dijo fue: "Como huele este niño a chorizo,¿ no?"
D.E.P. a las fregonas, toallas, chorizos, trapos y tarro que pasaron a mejor vida.
Cruzar los dedos por la ropa y zapatos de bebebatallas y mía para que superen las heridas.
Un saludo y buena semana.