lunes, 16 de abril de 2012
Prisas
Prisa, eso es lo que me doy cuando tengo que salir de casa, mi hijo entra en una especie de posesión demoníaca en cuanto le pones la cazadora y ya si le metes en el cochecito, la cosa empeora. No he visto nada igual, ya no se calma con nada, ni volviéndolo a coger, ni con juguetes, ni con caricias, ni nada, así que intento si tengo que salir pronto, que no me vea ni oiga al levantarme para poder vestirme coger todas las cosas y luego ya cogerle de la cuna y empezar a salir pitando. Preparar todo incluye hasta salir de casa, llamar al ascensor y volver a entrar, (todos los vecinos me comentan sus gritos cuando salimos), pero no siempre hay suerte, casi nunca de hecho, así que voy corriendo con un niño en brazos por toda la casa, poniéndome el abrigo con una mano, cogiendo la bufanda que se cae al suelo, ¿donde están las llaves de casa, donde, donde? ya cariño ya, que ahora nos vamos. ¿He apagado la luz del baño? otra vez con el pasillo mientras el niño sigue gritando... Cuando por fin alcanzo la calle y se hace el silencio, más de una vez me ha dado pánico mirar hacia abajo y ver que he salido a medio vestir, con el pantalón del pijama o en zapatillas de casa. Todavía no se ha dado el caso pero no puedo prometer nada.
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